
No conocía a Sean Ellis hasta esta película, y es que se estrena en largometrajes. Por lo que he leído, es un famoso fotógrafo que ha aportado un lado más oscuro al mundo de la moda. De sus manos han salido dos cortometrajes: Left turn y Cashback (corto). El éxito del corto incentivó a Ellis para llevar a cabo la grabación del largometraje que ahora me ocupa.
La película mantiene una escenografía fascinante en toda su duración, un toque genial del director que aprovecha sus dones artísticos como fotógrafo para envolver de un aura misteriosa toda la película.
La podría definir como una comedia realista que muestra la belleza y los sueños plasmados en obras de arte dinámicas, escenas geniales que te encandilan.

El protagonista, Ben Willis (Sean Biggerstaff), es un estudiante de arte que vive todo lo que le sucede a su manera. Un observador nato de la belleza, un minucioso transcriptor de la realidad a través de sus ojos y en forma de dibujos. Tras romper con su pareja entra en crisis y, atrapado en una somnolencia que le dota de ocho horas extras diarias



Alrededor de esta historia está el mundo que rodea a Ben. El director utiliza de una manera brillante pinceladas de flashbacks de la infancia de Ben, donde podemos conocerlo mejor a él, su mundo y sus amigos.

En conjunto, me ha parecido una película muy buena y que recomiendo ver en versión original, puesto que el carácter inglés que da un toque peculiar se pierde en su versión doblada. Recomiendo ver el trailer de la película y su sitio Web (a posteriori).
No me extraña que haya recibido el máximo galardón en 12 festivales internacionales de cine.